ECUCACIONES GASTRONÓMICAS: EL DILEMA DE LO INVERSAMENTE PROPORCIONAL
Por Javier Eduardo Pico Zárate
Si usted es una personade buen comer o cumple con las características propias de una persona de estatura media y de un peso entre los 60 y 80 kilos es mejor que vaya alrestaurante Local con algo de comidita en el estomago y el corazón medio contento.
Comienzo diciéndole esto al lector únicamente para prevenirlo a toda costa sobre la fortuita decepción que pudiera llegar a experimentar una persona que está acostumbrada a comer un poquito más de lo normal, por no decir que mucho. Por esta razón es mejor seguir el famoso dicho de que es mejor prevenir que lamentar, pues al asistir a un restaurante de la calidad de Local es crucial que todo visitante de estas características ya esté advertido sobre lo que allí puede encontrar.
Llegar al Local no es nada de otro mundo, pues basta con conocer un poco la localidad de Chapinero alto, exactamente el barrio Quinta Camacho, para ubicarlo. Debo admitir que sirve de mucho Google Maps, pues de no ser por esa aplicación hubiera llegado mucho más tarde de lo previsto. En el caso más extremo de que el lector se sienta perdido, lo mejor es preguntar pues como indica otro famoso dicho popular: preguntando se llega a Roma; y en este caso preguntando usted llegará al Local.
Para comenzar, debo resaltar que este restaurante queda ubicado en la Calle 69A N°.9 – 09, por lo cual es importante resaltar que a los al rededores de este restaurante se encuentran otros locales de gran reconocimiento como es el caso de Wok. Quizás esta pueda ser una de las referencias más claras para llegar de manera fácil y rápida.
Una vez se ha llegado al restaurante se pueden observar las luces de colores en toda la parte externa del sitio, es decir, las luces se encuentran alumbrando todas las mesas que dan hacía la calle por si uno quiere sentarse allí y tomar aire contaminado que expelen automóviles, motos y todo tipo de carros que pasan sobre la calle donde se ubica Local.
Adicionalmente, las mesas ubicadas en el exterior del restaurante cuentan con calentadores o fogones altos y carpas que protegen contra el sol. También es importante destacar que toda esta parte del primer piso que da hacía la calle está protegida por una lámina de vidrio que bordea todo el exterior del primer piso del restaurante.
Una vez dentro del recinto el espectador puede sentirse en un típico restaurante vanguardista donde predominan los colores fuertes como el rojo sangre, el negro y el blanco en tonos fuertes que se combinan en las baldosas formando una especie de tablero de ajedrez. Basta con mirar todo el primer piso y darse cuenta que en la parte central se encuentra ubicada la caja registradora y al fondo la cocina donde obviamente preparan todos los platos.
Muy cerca de ese lugar se encuentra ubicada una mesa de madera en todo el centro del primer piso y encima un florero de gran tamaño con unas flores adentro. A ambos lado del lugar donde el cliente paga, sin importar lo satisfecho o no que se encuentre, se hallan dispuestas una cierta cantidad de mesas para acomodar a todas aquellas personas que visitan este lugar.
Después de recorrer todo el primer piso, y antes de comenzar a subir por las escaleras, hay que detenerse un momento a mirar un estante de gran tamaño, aproximadamente de metro y media, donde tienen guardados cada uno de los vinos que se ofrecen en el menú.
Y si de bebidas estamos hablando, el segundo piso complementa toda la idea que el cliente se ha hecho al observar cada uno de los vinos que están para el consumo. Al terminar de subir las escaleras uno alcanza a divisar una pequeña donde predominan los colores de las luces y los cuadros pegados en las paredes.
Casi todos los cuadros llevan el nombre del restaurante y se caracterizan porque su marco es ancho y están hechos en lienzo. Por supuesto, cuando uno dirige la mirada hacía la parte derecha se encuentra con la barra del bar y allí dentro unas luces azules que resaltan algunos cuadros y, por supuesto, la gran variedad de bebidas alcohólicas que se venden. Se pueden encontrar desde botellas de aguardiente y ron hasta botellas de ginebra, whiskey de 24 años y toda clase licores para preparar cocteles.
Al lado del bar, adentrándose por un pequeño ‘hall’hacía el fondo quedan ubicados los baños del segundo piso del sitio. Si algo me dejó un poco más satisfecho que la comida en sí fue la calidad de los baños. Puede que no sean los baños más lujosos que pueda tener un restaurante, pero los enchapados, el piso, los espejos y hasta los inodoros lo hacen sentir a uno como en casa. Aunque no son parte fundamental de la experiencia que ofrece Local, sus baños, que guardan un olor a flores, se encuentran impecables ante la presentación del resto de los espacios que tiene el lugar.
Si hay algo que es imposible olvidar de Local son sus grandes ventanales. Y no porque sean ventanales de lujo ni mucho menos, sino que al haber ventanas tan grandes el lugar se hace más acogedor y lleno de luz. No importa si es de día o de noche, los ventanales en Local juegan un papel fundamental e importantísimo en el momento de escoger una mesa, un plato del menú, o de observar simplemente a las personas que caminan por la calle.
Los ventanales son, por lo tanto, un punto a favor del restaurante ya que desde allí se puede divisar todo lo que ocurre a nuestro alrededor y puede que el clima así como los aromas del lugar nos hagan cambiar de opinión sobre el pedido. Eso sí, insisto en que si uno va con hambre a Local a penas uno paga la cuenta siente que ha probado únicamente un aperitivo o entrada.
Minutos después de haberme sentado en una de las sillas de cuero que dan hacía la pared, apoyando los brazos en una de las mesas organizadas en forma de media luna, tomé el menú y vi la gran cantidad de opciones para escoger. Debo aceptar que se encuentra de todo; desde desayunos clásicos o entradas ligeras como ceviches hasta platos fuertes como el Baby Beef que manteniendo la línea de lo tradicional me atreví a ordenar.
Y aquí llega uno de los grandes problemas de la relación cliente-restaurante, pues me quedé con un sabor amargo al pensar que Local es un restaurante que se interesa más por la presentación del espacio y de los mismos platos que ofrecen antes que de la cantidad que sirven y el reto de llenar al consumidor sin que este tenga que pedir una entrada, una sopa, el plato fuerte, un postre y hasta uno de los licores del bar.
He ahí uno de las perspectivas que pueden cambiar la opinión sobre un restaurante y es que pareciera que todos los platos fuertes que se sirven en Local están medidos para llenar a una población como las mujeres ya que estas no comen en la misma cantidad ni proporción que lo hacen los hombres.
A esto se le agrega que es indispensable para un hombre de mis características, de 1.73 centímetros de estatura y 70 kilogramos de peso, o bien comer antes de ir al lugar para quedar realmente lleno o pedir más de un plato del menú. Justamente puede que esa sea una de las razones por las que las raciones de comida son tan pequeñas y es que al no llenar lo suficiente a una persona, ese cliente se siente tentado a pedir otro plato y con eso aumentar la oferta y demanda del lugar. El resultado de todo eso es que la cuenta continúa subiendo al ritmo que busca el restaurante en su propósito de vender, vender y seguir vendiendo.
Efectivamente y como quien sabe que algo malo está por ocurrir, el pedido ha llegado a la mesa. En el plato está dispuesto un corte de lomo de res, es decir, el famoso Baby Beef con un tamaño que todavía no termina de sorprenderme. Se trataba de un corte de lomo cuyas dimensiones no superaban los 20 centímetros de largo por los 6 centímetros de largo.
Desafortunadamente espera un corte de lomo un poco más grande lo que habían servido, y aunque su cocción y sabor eran una joya de admirar, deleitarlo no duró más de un suspiro. Adicionalmente, el plato venía acompañado de una ensalada de vegetales entre los que se encontraban cebolla, tomate, aguacate, zanahoria rayada, lechuga y la vinagreta. La carne también venía acompañada de una porción de arroz con cocó servido encima de una hoja de plátano.
Para decorar aún más el plato, sirvieron una salsa de tomate hecha artesanalmente y cerca de los bordes, a modo de decoración, dos líneas de muy poco grosor que estaban hechas con orégano. Hay que decir que no se trataba de una decoración ostentosa por plato, pero sí se podía observar que toda la comida estaba muy bien organizada y distribuida dentro de ese plato base de color blanco.
No obstante, y a pesar de la cantidad de comida que sirven en un restaurante como Local, vale rescatar la rapidez con que prepararon cada uno de los platos de los visitantes, así como el sabor de cada uno de los alimentos. Después de sacarle provecho al último pedazo de carne así como a ese grano de arroz restante y la gota de vinagreta que se posaba sobre el recipiente, logré pensar que muchas veces una persona como yo prefiere cantidad en vez de calidad y ostentosidad.
A lo mejor y son muchos los que prefieren pagar $25.000 pesos en otro restaurante y quedar llenos toda una tarde hasta la noche, en cambio de pagar esa misma cantidad por un plato que ni siquiera alcanza a llenar completamente. Y es que vale analizar que en una sociedad globalizada como la del siglo XXI, que sufre tantos cambios en la economía y depende de la oferta y demanda de productos, más vale llenar estómagos con poco dinero que pagar una cantidad elevada por un producto donde la calidad no se corresponde con la cantidad.
Luego de terminar la comida, ir de nuevo al baño, pagar la cuenta y salir del restaurante, lo único que pasó por mi mente fue una ecuación al mejor estilo del colombiano promedio: a mayor calidad menor es la cantidad, expresión que fácilmente se traduce en términos coloquiales como: prefiero comer barato y quedar lleno que comer caro y quedar con hambre.
Y usted como lector, ¿de qué lado de la ecuación está?